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Fiestas: Por esto no voy a fistas

  

 
 
amigos en un antro bebiendo

 

¿Por qué evito celebrar fiestas como los cumpleaños?


En mi caso particular el evitar las celebraciones se debe a dos motivos, uno es mi personalidad, pues es que no me gustan las fiestas convencionales, ni muchos tipos de fiestas, y eso ha sido así desde que era un niño pequeño.

Si alguna vez iba a una fiesta regularmente era para comer, porque desde muy pequeño eso sí me gustaba. No iba, con frecuencia, a fiestar, sea bailar o mucho menos escuchar música. Esto no ha cambiado mucho con los años, con excepción de que ahora tampoco iría solamente por comer en sí.

El segundo motivo sería religioso. Evito las fiestas religiosas que no representan mi fe, como la navidad, fiestas patronales, etc. Así como también fiestas satánicas o de brujería como halloween.

La navidad es una fiesta de origen romano, instaurada por los emperadores romanos para celebrar a su dios pagano llamado sol invictus (este es Helio(s) de los griegos), haciendo referencia al astro solar. Se celebraba, según registran los datos históricos, un 25 de diciembre debido a que coincidía con las fechas del solsticio de invierno en el hemisferio norte. 

Ahora, esa fecha, 25 de diciembre, se emplea para celebrar el supuesto nacimiento de un dios hecho hombre perteneciente a las creencias católico-romanas y de otras religiones relacionadas, como las llamadas iglesias ortodoxas y protestantes que sostienen creer en que un hombre es una deidad (que según ellos es la única deidad en que creen). Nada nuevo, los romanos en el imperio también decían que habían humanos que eran dioses.

No puedo, empero, negar que alguna vez celebré esta fecha, por varios años. De niño la celebración para mí se centraba en ver programas navideños, adornos decorativos sobre la celebración en cuestión, la comida y, principalmente, recibir juguetes de regalo.

Mis creencias religiosas actuales me distancian profundamente de esta celebración.

A modo de anécdota, antes de tener mis creencias religiosas actuales, aunque comenzando a creer en un ser superior (luego de ser agnóstico-ateo), unos “amigos” me invitaron a una especie de cantina, aunque solamente recuerdo que solamente uno llamó a mi casa. Yo no fui, y lo que recuerdo es que al día siguiente de la navidad me enteré que ellos habían tenido un grave accidente y uno de ellos murió. De hecho, murió horas antes de la navidad, en la víspera, según recuerdo.

Me parece haber oído comentarios sobre ello, de hecho decían como que yo debía haber ocupado el lugar de aquél que murió, si hubiera ido al viaje, por supuesto. Como no fui, él se sentó en el puesto que, supuestamente sería para mí.

Y así, por seguir con la anécdota sobre la navidad, recuerdo yo que no hace tantos años como aquello que ocurrió hace unos 20 años, aproximadamente. Cuando iba aún a cultos religiosos presenciales porque yo era algo así como ecuménico y asistía a una iglesia evangélica, en ese lugar, más o menos para esas fechas navideñas, si mal no recuerdo, comenzaron a dar discursos, que yo llegué a pensar que de alguna forma eran indirectas para mí, sobre que no debía dejar mi puesto.

Recuerdo que decían algo como: “Este puesto es tuyo, que nadie te lo quite”. Refiriéndose a mantenerse en esa reunión de gentes, entiendo yo.

Yo me fui y no volví a ese lugar y hoy llevo más de cinco años desde que abandoné aquél lugar.

La navidad no la celebro, ni me reúno con nadie que esté celebrándola. Ese puesto que ofrecen en este mundo no lo quiero yo.

Por otro lado, el tema de las fiestas convencionales, por ejemplo los cumpleaños, yo encuentro en ellas varios puntos que distan de mis creencias. El primero es la forma en que las personas celebran las fiestas hoy día.

Las fiestas en la actualidad son principalmente fiestas “alocadas”, ridículamente absurdas, y muchas veces llenas de música dañina (desde mi posición religiosa) y mucho alcohol. Sin mencionar que, además de la música sexualizada o con contenido indecoroso, también pueden haber actos o incitaciones a ello dentro de la fiesta en cuestión.

Obviamente, por esto no celebraría el carnaval, aunque también, e de reconocer, que desde hace mucho no me ha gustado este tipo de fiestas, pues, en realidad, me parecen sencillamente absurdas si tienes un control emocional, solamente perdiendo el control de tus facultades mentales o reduciéndolas pienso que se pudiera disfrutar de algo como esto. En mi caso, yo he perdido muchas veces el control de mis facultades mentales, pero no me ha dado por fiestar en carnavales, aunque sí por otros actos malos.

Es decir, iría, quizás, a una fiesta, por ejemplo a una boda, pero solamente si esa fiesta no fuera basada en la cultura global actual y no tuviera, tampoco, actos relacionados con creencias religiosas que no coinciden con mis creencias.

Sin embargo, aunque una fiesta en este mundo fuera como la describo, yo realmente no estoy seguro que me agrade del todo asistir. Es que, es mi personalidad también, no soy muy de fiestas, de hecho recuerdo que me sentía mucho más cómodo cuando tenía que ir a los entierros.

Parece normal que las personas no suelan encontrar sentido a estas cosas, pero para mí tienen mucho sentido y razones muy válidas.

Los cumpleaños, por ejemplo, en sí quizás no sean tanto el asunto, sino más la forma en que se celebran. Sin embargo, poco sentido noto en ellos. Que un padre se alegre por el nacimiento de su hijo puede ser un motivo para que haga una fiesta, ¿pero qué sentido tiene realizar la misma fiesta cada año? Es como si cada año se celebrara una misma boda. Tampoco tiene motivo de hacer la fiesta para que sea recordado el día en que nació su hijo, como si eso fuera igual de importante para todos los invitados. Las fiestas que se celebran cada año han de ser de interés de todos, o que incumbe a todos, pero el día en que nació un hombre más, ¿qué es para ser celebrado cada año?

No digo que el alegrarse, los banquetes, estén mal, pero las cosas deben tener motivos de algún peso consistente, o tener algún fundamento, pienso yo. Alegrarse por alegrarse no es lo mío.